10.11.06

CRÓNICAS DEL OCHOYMEDIO 30 – EL GÉNERO ESPISTOLAR

Malgasto mi talento destrozando a los demás, propagando mil mentiras, disfrazando la verdad. Pero no me arrepiento por ello. Criticar por criticar es un ejercicio de lo más sano y enriquecedor que todo el mundo debería hacer al menos una hora diaria. Como el Tai-chi.

Hoy es un día feliz, pues Colorado, el estado en que se asientan los headquarters de la Colbyco, un estado que se inclinó del lado republicano en las tres últimas elecciones presidenciales, ha dado un necesario giro ya que el demócrata Bill Ritter ha vencido a su contendiente, el republicano Bob Beauprez.

Así que a pesar de la cortina de lluvia que nos asuela, inunda y salpica en las últimas semanas, hay motivos para ver la luz al final del túnel. Y además, los días de lluvia son óptimos para quedarse en casa con la mantita eléctrica haciendo esas cosas que nunca hacemos por falta de tiempo. Como por ejemplo releer epístolas olvidadas en el baúl del altillo (si es que tenéis altillo, porque como no estáis en Colorado, muchos no tendréis altillo).

Hace poco me topé con una de estas cartas amarilleada por el paso del tiempo, escrita en alemán con una preciosista caligrafía, fechada el 27 de octubre de 1928 y firmada por la sublime Trude Hesterberg. No recuerdo muy bien cómo acabó en mi poder esta carta de la afamadísima dama berlinesa. Probablemente me hice con ella en Christie’s o en Sotheby’s, como casi todo lo que poseo de valor.

Aunque tengo muy olvidado el alemán que aprendí en aquellos largos veraneos en Baden-Baden, voy a tratar de traducir los pasajes más interesantes de esta carta:

Queridísima Pitita (no imaginaba yo que Pitita anduviera ya dando guerra hace casi 100 años, esto no es traducción, es un comentario al margen):

Tal y como estaba anunciado, por fin el sábado pasado tuvo lugar la reapertura de mi local Die Wilde Bühne. Dicho evento se convirtió, como no podía ser menos, en un acontecimiento social que movilizó a lo más granado y notable de la alta sociedad berlinesa, a los círculos de poder más destacados de la República, a los artistas y agitadores culturales más vanguardistas de la ciudad. En fin, nadie quiso perderse la fiesta con la que quedaba inaugurada una nueva temporada de mi prestigioso Cabaret.

Se trataba de sorprender, epatar, de maravillar a la concurrencia, y para ello no ahorré esfuerzos en ofrecer al público actuaciones de excepción: La Carrington actuó como maestro de ceremonias, acompañado por dos descaradas y sinvergonzonas Wundermiten dando el Wilkommen a todos y todas.

A continuación Ataturk Smith, que ahora se hace llamar Tristán Tzara, presentó a su orquesta dadaísta de la que también forman parte Marisol Liu y Miss Bijoux: todo un alarde de virtuosismo y sobre todo de rabiosa vanguardia. Son los nuevos tiempos, querida, y hay que reciclarse, aunque eso suponga disimular y hacer como que has entendido el concepto, incluso lo de la paloma manchega.

Y como colofón, Gauchita, que es una artista argentina muy aclamada allende los mares, en los mejores teatros porteños, nos deleitó con una soberbia actuación acompañada al piano por el Mariscal. Este último, junto con mis acólitas La Niña Probeta y La Seca, bellas y demacradas como mandan los cánones, ejercieron de magníficos anfitriones y fueron los auténticos responsables de la atmósfera tan estimulante que adquirió el cabaret.

El resto de la velada contó con el acompañamiento musical de El Rubio Vikingo y A Esta Rata Quien Le Mata: creo que ya te he hablado de ellos en alguna otra carta. Hacen furor en la noche berlinesa con su descaro y rebeldía transformada en música. Y del Rubio Vikingo qué te voy a contar que tú no sepas, cómo se entrega este gentilhombre al mundo de la noche y el baile.

Me faltan las palabras para describir el estilo y modernidad del atuendo de muchas de las damas que atravesaron los umbrales del reputado local, como Gazelle, Ludita, The Groove Parade (venida de París para la ocasión), Cleo Bowles o la mismísima Marquesa de Lavapiés.

Otras muchas se rebelaron como acérrimas seguidoras del look masculinizante de nuestra Marlene, y no dudaron en cambiar, por una noche, las faldas por pajaritas, tirantes, pantalones y fracs. Menudo atrevimiento el de muchas de ellas como Fati Glamour, La Lechaza, Beverly o La Vaquera de Malasaña.

Y ellos, con esa elegancia innata, no dudaron en sacar sus trajes de gala para el magno evento: smokings, pajaritas, chisteras, guantes, levitas… en riguroso blanco y negro dominaron el atuendo del triunfante Petit Maistre, de Victor de Repente, Bambolo, Dalton Menor, The Enemy o el Conde Duque de Olivares.

Luego, ya sabes querida, que siempre hay gente muy sui géneris en esto del vestir, y que no responde a los criterios y clasificaciones establecidos. Hablo de gente como El Jardinero de Malasaña – Liza_en_sus_peores_momentos, el reportero Marco Polo o el travestido Electroscotch (no sin mis plataformas).

Incluso la autoridad hizo acto de presencia, pues para sorpresa de todos y deleite de todas, apareción el General Von Tunafish, y no precisamente para informar al partido de las irregulares y lacias conductas que se observan en el local, sino para escapar por una noche de la rigidez de las SS y entregarse a los placeres de la carne.

Sin embargo, no todo fue un lecho de rosas: las juventudes hitlerianas, con su notable estrechez de mente, trataron de amargarnos la velada lanzando piedras y haciendo pintadas obscenas en la fachada. Qué ilusas, querida, si piensan que con estos actos van a lograr amedrentarnos o hacernos renunciar a nuestras diversiones.

Ante la imparable llegada del invierno, que se antoja largo y duro con la galopante inflacción que nos ahoga y el caldeado ambiente político, una fiesta de esta magnitud se hacía necesaria para afrontar con optimismo los próximos meses.

Esperando que a la llegada de la presente te encuentres pletórica de salud y hayas descubierto ya el secreto de la eterna juventud.

Siempre tuya,

Trude



En fin amigas, que ya véis cuán parecidas eran las costumbres y comportamientos hace 80 años. La necesidad de relacionarse, de divertirse, de salir de la rutina y la normalidad, siguen marcando hoy día la agenda de las personas inquietas, tal y como ocurría en los años 20. La creatividad y el ingenio siguen siendo patrimonios esquivos que hay que cuidar y cultivar afanosamente. Y la envidia, pero qué mala que ha sido y sigue siendo la envidia...

Disfrutad del otoño antes de que el invierno nos obligue a guarecernos más tiempo del deseable. Disfrutad de Transilvania, Japón, México, Gales... Y ante todo, don’t be water, my friends, que ya hemos tenido bastante.

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